Redactado en 2018
Una incalculable cantidad de parloteo proveniente de aquellos que anhelan ser escuchados; colisiona al encontrase. Generando así, un estruendo a niveles colosales; magnitud provocada en reacción a la incesante interacción desorganizada de mentes incapaces al momento de convivir con ideas adversamente desarrolladas.
Consecuentemente, este choque obstruye las vías por las que marcha el mensaje original de cada individuo, descarrilando la idea primaria e imposibilitando la llegada de palabras no tergiversadas al oído espectador.
Todo a causa de un error humano, ocurrido desde tiempos inmemorables, que evidencía primitivo a quien se concede encarnar tan equivocada postura. Refiero en específico a la actitud, irritable, insensata, despreciable, que provoca en uno, la objeción ante ideas contrarias a las propias.
La problemática radica, específicamente, en la oposición al conocimiento, aunada a la incapacidad popular de guardar nuestras palabras inexpertas, prejuiciosas e infundadas, dentro de una metafórica caja denominada silencio.
En espera bajo llave, cualquiera que desee expresar su opinión al mundo, primero deberá descifrar la clave para poder liberarla, por lo que confío, una vez que todos los integrantes de la discusión hayan aprendido a escuchar y conversar sin la necesidad de imponerse como lo absoluto y digno, concluirá el tan ampliamente comentado; caos ideológico.